Eric Rohmer


El cineasta francés Éric Rohmer, fallece a los 89 años en París el 11 de enero. Logró tres cosas que sólo están al alcance de los realmente grandes: sobrevivir a las vanguardias, estar a la altura de su propia leyenda y contar una y otra vez la misma historia y conseguir que no se acabe nunca. La carrera cinematográfica de Rohmer empezó sobre el papel, literalmente, en 1957 cuando fue nombrado redactor jefe de la revista Cahiers du cinema. Rohmer era profesor de literatura y fue captado por aquellos Cahiers du cinéma de tapas amarillas en las que se incubó la eclosión del nuevo cine francés que marcaría un antes y un después en la frontera de la modernidad. En 1957 publicó una monografía sobre Alfred Hitchcock, escrita con Claude Chabrol, que es todavía un libro de referencia. Pero El signo del león (1959), con el que se dio a conocer al público, mostró la implacable progresión de su protagonista hacia un abismo cotidiano con una mirada que hacía pensar en Balzac. Tuvo una acogida fría, porque la textura de su cine no ofrecía la brillantez formal de sus compañeros debutantes. Si Godard era un sprinter, Rohmer, el mayor de la camada, era en cambio un corredor de fondo. Y lo fue a lo largo de toda su carrera.
La crítica y parte del público empezaron a tomarle en serio cuando aparecieron Mi noche con Maud (1969) y La rodilla de Claire (1971), en parte gracias a sus actrices en estado de gracia.
Además de realizador, Rohmer fue siempre un ensayista y teórico de primera fila, como lo demostró en los años sesenta con su fecunda polémica en torno al cine de poesía (que Pasolini defendió con sus postulados de filólogo) y el cine de prosa, que Rohmer argumentó y practicó en su propia filmografía. Su prosa procedía de la gran tradición de la novela francesa.
Cineasta elegante y austero a la vez, orquestó su filmografía en ciclos, como el de sus "cuentos morales", sus "comedias y proverbios" y sus "cuentos de las cuatro estaciones". Había en su mirada sobre sus personajes, siempre de reacciones contenidas y nada vistosas, algo propio de la mirada del antropólogo

Esto es tan cierto que, cuando presentó en la Bienal de Venecia El rayo verde (1986),algunos se negaban a premiar la película arguyendo que la crisis que vivía la protagonista en la película era su propia crisis en su vida real, lo que le restaba valor dramático. Aunque finalmente se le premió, y a su protagonista, Marie Riviére también.

 Rohmer era ante todo un orfebre, plácido como un lago, vital como una adolescente de vacaciones en la playa.
Sebastian Sánchez, La lectora provisoria




 
Le Genou de Claire
              
     
Le signe du lion 

 Le rayon Vert

Pauline á la Plage


Les Amours d'Astrée et de Celadon
 

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