Noches de sin mi.
A día de hoy, no sé si quiero buscar el tren de vuelta a la realidad. Escribiendo durante el viaje me he dado cuenta que es cuando más feliz soy, en absoluta soledad, acompañada tal vez por música, o por libros.
Siempre pretendí tener paciencia, mucha paciencia con cada persona que se cruzaba en mi camino, pues lo normal, era que ellas acabaran ofreciendome algo de sí mismas a cambio. Pero no sabía qué pensar en el caso de M.
M... era todo incognita. Era partir de cero siempre con él sin saber si hacía las cosas bien o mal estando a su lado. Se me presentaban siempre dudas existenciales, atacaba inconscientemente a todo mi ideario moral con sus discusiones, y en cierta manera, me desarmaba.
Casi siempre.
Las pocas veces que hasta ese momento yo me había plantado no había conseguido más que un cúmulo de palabras, de besos más intensos, de promesas que cumplir. Pero realmente aun no sabía si eso era posible. Puesto que yo también cooperaba a no plantarme, ocultandome y ocultando mi vida. Por miedo.
Y no sabía qué hacer. Decir la verdad sonaba fácil sí, pero prefería obviarlo todo, eliminar mi vida de su vida, puesto que era mi vida la que le hacía daño, no la suya a mi.
Y un día, prometí no verle más y merecerme todo lo que se supone que no merecía.
Y él volvió a mi, espérame, ven, tengo suerte de estar contigo.
....
Aun hoy recuerdo los días malos, en los que no sabía que pasaba, en los que le llamaba y no me respondía, en los que no sabía a qué sopresa atenerme, en los que prefería dormir y escribir en un blog antes de seguir insistiendo. Porque estaba cansada.
Y así me convertí en la pequeña niña triste que soy ahora, oculta, enseñando lo teoricamente bueno, porque me creo, que lo malo mío, es tremendamente malo.
Hoy odio los te quiero.
2506 sigue su rumbo, por favor, si necesitan los servicios que nuestro tren promueve, tales como comida, o almas gemelas no tienen más que apretar el botón cercano a la puerta. Gracias. Les recordamos que la próxima parada aun no está programada.
Siempre pretendí tener paciencia, mucha paciencia con cada persona que se cruzaba en mi camino, pues lo normal, era que ellas acabaran ofreciendome algo de sí mismas a cambio. Pero no sabía qué pensar en el caso de M.
M... era todo incognita. Era partir de cero siempre con él sin saber si hacía las cosas bien o mal estando a su lado. Se me presentaban siempre dudas existenciales, atacaba inconscientemente a todo mi ideario moral con sus discusiones, y en cierta manera, me desarmaba.
Casi siempre.
Las pocas veces que hasta ese momento yo me había plantado no había conseguido más que un cúmulo de palabras, de besos más intensos, de promesas que cumplir. Pero realmente aun no sabía si eso era posible. Puesto que yo también cooperaba a no plantarme, ocultandome y ocultando mi vida. Por miedo.
Y no sabía qué hacer. Decir la verdad sonaba fácil sí, pero prefería obviarlo todo, eliminar mi vida de su vida, puesto que era mi vida la que le hacía daño, no la suya a mi.
Y un día, prometí no verle más y merecerme todo lo que se supone que no merecía.
Y él volvió a mi, espérame, ven, tengo suerte de estar contigo.
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Aun hoy recuerdo los días malos, en los que no sabía que pasaba, en los que le llamaba y no me respondía, en los que no sabía a qué sopresa atenerme, en los que prefería dormir y escribir en un blog antes de seguir insistiendo. Porque estaba cansada.
Y así me convertí en la pequeña niña triste que soy ahora, oculta, enseñando lo teoricamente bueno, porque me creo, que lo malo mío, es tremendamente malo.
Hoy odio los te quiero.
2506 sigue su rumbo, por favor, si necesitan los servicios que nuestro tren promueve, tales como comida, o almas gemelas no tienen más que apretar el botón cercano a la puerta. Gracias. Les recordamos que la próxima parada aun no está programada.
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