Unas palabras, sólo unas pocas.

Hoy he empezado a escribir sobre las relaciones entre pintura del siglo XIX y cine, trabajo que tengo que exponer en clase para mediados de mayo (junto con otro de estética feminista, otro de cine del este, otro de pigmentos y un montón de cosas más) y estoy intentando que sea de forma simple y clara, porque cada vez que leo trabajos y más trabajos que de verdad, pareciera que quisiesen encriptarlos, me da como agobio, porque es que lo mío es plano, pero se entiende, y lo otro es majestuoso pero yo al menos, me lío... 

Creo que todo el problema que tengo es que tengo que escribir más. 


Esta noche, después de ver a El evangelio según San Mateo, de Pasolini y ''El tormento del éxtasis'' he topado con una película en la 2, esas que normalmente no ve nadie y que numerosa gente me llamaría pedante por verla e ¿interesarme, alabarla, analizarla? 
Su nombre es La seducción del Caos, de Basilio Martín Patino, y única la pega, es que la he visto empezada pero me ha parecido cuanto menos hipnotizante porque a parte de que la narración era compleja, muy desordenada; los capítulos que la estructuran y de los que he visto 2 (he estado mirando y si no he leído mal, son ocho) llevan a la vez dos búsquedas paralelas, y yo que para estas cosas soy dura de mollera, me ha enganchado. Buscaré acompañante para verla desde el principio...

Pero lo que más me ha gustado, es que, al buscar información sobre la película he dado con una página y una carta al director, que murió por lo que intuyo hace un tiempo, no mucho. Y la carta es, en mi opinión, un reflejo claro de lo que es el cine en España actualmente, la crítica de cine (supongo que no toda, tengo la mala costumbre de estar mal informada por revistas...) y en fin, la industria, la dirección y el genio creador. 

Es triste muy triste, porque es una despedida a un amigo, pero es rabia a la vez cuando saltas de párrafo en párrafo y lees lo que cuesta mantenerte íntegro a la hora de hacer cine, y conste que a mi la dirección no me interesa, pero siempre he envidiado la integridad de Godard, de Truffaut; de ahora que lo estoy conociendo más, el cine checo (con mi querida y nueva amada Vera Chytilová)...no sé, quiero pensar que hay un mundo aparte de la industria, y que estos y estas cineastas en su momento o actualmente han hecho y pueden hacer cine de verdad y de calidad. Soy una idealista, me moriré de asco, pero... creo que estoy más a gusto así.*

Aquí os dejo el culpable de que me haya dignado a actualizar:



Fragmento de: Una carta, sólo una, a Basilio. Por Adolfo Bellido

Has dicho muchas veces que no sabes rodar. Pero ¿qué es rodar? ¿Acaso seguir las leyes de un clasicismo impuesto por no se sabe muy bien quién? Tú, y muchas veces te lo he dicho, inventas el cine en cada plano, en cada encuadre. Vas por delante del lenguaje manido, estático, aburguesado que incluso “explotan” esos que se proclaman los jóvenes talentos de nuestro cine, los que ya se creen tan borrachos como dioses, arropados generalmente por unos medios de comunicación o unas amistades interesadas. ¿Has comprobado lo difícil que es hoy día leer una crítica veraz sobre una película española? (pero ¿acaso hay crítica?). No vamos a hablar de eso que también hemos hablado tantas veces: lo que es la crítica y su -extraña e interesada- manera de defender lo indefendible a no ser que (los llamados críticos) estén ahí puestos por no sabe muy bien qué interesadas razones. ¿Has comprobado que hoy cualquiera que ha visto -malamente- dos películas, que desconoce la historia del cine, que no sabe quién es, pongamos, por caso, Max Ophüls, se cree ya con derecho a escribir una “crítica”, a hablar de cine? ¡Qué arriesgada es la ignorancia! ¡Y cuánto daño hace! Aparte de eso, ya sabes lo que pienso de la crítica (después de escribir años y años sobre cine o sobre otras muchas cosas). Es inútil como tal. Lo único válido es el análisis de la película, de la obra. Y esto no se hace casi nunca. Porque no interesa o no saben hacerlo.

* Una historiadora del arte, tiene que ser idealista por definición, más cuando sabe que su mundo laboral, no se caracteriza por el exceso de trabajo. No voy a decir que vivamos de los sueños, pero que levante la mano quien pertenezca a mi disciplina y no haya soñado nunca con ser libres de ejercer nuestra profesión, a lo Escuela de Atenas de Rafael, cada cual en el campo que más guste, y unos señalando al cine y otros a la imaginería, y otros señalando al arte contemporáneo y aquellos al patrimonio...


En próximas entregas: Polonia, o cómo aumentar tu colección de postales.

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